lunes, 24 de diciembre de 2012

La viola de Tyneford House

Alianza Editorial
Exquisita y romántica. La viola de Tyneford House de Natasha Solomons es una novela sobre el valor de cambiar sin abandonar la esencia que nos define.

Elise Landau es una joven austriaca, risueña y comilona que vive en el hogar familiar en Viena junto con su padre escritor, su madre cantante de ópera y su hermana, una virtuosa instrumentista que, además la supera en belleza.

Elise es una joven eminentemente feliz, sin más preocupaciones que el evitar que la descubran asaltando los postres durante la noche, sin embargo, en la primavera de 1938 en Viena la situación se ha vuelto hostil. Los nazis ostentan el poder y parece no quedar más solución que huir.

De este modo y como tantas familias de entonces, los Landau deciden marcharse y partir hacia un futuro incierto. Todos irán a los Estados Unidos. Todos salvo Elise, quien ha encontrado, por medio de un anuncio de trabajo, un puesto de doncella en una mansión isabelina en Tyneford, Inglaterra. Ella, de doncella. Ella que siempre tuvo servicio, que siempre fue mimada y cuidada como la señorita que era. Ella que no sabe cocinar, ni poner la mesa, ni servir el té ni mucho menos una cena distinguida sin derramar la sopa o hacer que los guisantes rueden por el mantel como un pelotón de hormigas verdes que huyen de algún desastre. “Pronto nos reuniremos”, le prometieron, “pronto estaremos de nuevo todos juntos en Estados Unidos”. A ella, que jamás había estado fuera de su familia, a ella que apenas habla inglés la envían lejos de casa, sola, a trabajar sin haberlo hecho en la vida y el único vínculo que la mantendrá unida a su familia será las cartas de su hermana y una viola que su padre le entrega antes de partir. Una viola que esconde en su interior un manuscrito.

En Tyneford Elise tendrá que superar las humillaciones que le traerán su nueva condición social, los enfrentamientos, las envidias y las malas formas de sus compañeros, y tendrá que asumir que el mundo que conocía ha dejado de existir para siempre. Pero en Tyneford Elise también encontrará el amor, que quien lo conozca o haya tenido la suerte de conocerlo sabrá que llega como un relámpago, sin previo aviso y cuando esto sucede no hay nada que puedas hacer o decir, es imposible estar preparado u oponer resistencia. Ocurre sin más, en una fracción infinitesimal de segundo y lo cambia todo.

La viola de Tynerfor House es una novela dulce y profundamente romántica que recupera una forma de hacer literatura deliciosa, apasionada y a la vez entretenida que encantará sin duda a los amantes de Jane Austen. En ella, Natasha Solomons nos traslada a la campiña inglesa y nos enseña que dentro de cada persona existe esa luz especial, esa fuerza y esa magia inexplicable y desconocida que nos hace especiales, únicos y originales. Solo hay que saber mirar bien porque incluso dentro de un instrumento de madera, desvencijado y desafinado puede esconderse una gran historia.

martes, 13 de noviembre de 2012

Viviendo del cuento

Original, una palabra tan común y un concepto, sin embargo, tan poco corriente. 

Hace algunos días una compañera me recomendó este libro. “Te sorprenderá”, me dijo, “yo ya lo he regalado varias veces”. Y ciertamente me ha sorprendido. 

Random House Mondadori
Juanjo Sáez, afamado dibujante, crítico gráfico y punto de referencia para la cultura underground barcelonesa comenzó su carrera profesional en revistas de tendencias gratuitas como AB y .H. Su estilo mordaz e inconformista cargado de humor le ha hecho con el reconocimiento de la crítica así como con galardones como el primer premio en el Festival de Publicidad de San Sebastián

Viviendo del cuento es una autobiografía gráfica sobre diez años de profesión de este dibujante barcelonés, en la que narra cómo llegó a hacerse un hueco en el mundillo mediante viñetas expresivas, ilustraciones elocuentes y tiras rescatadas de publicaciones anteriores del artista que hablan de temas tan variados como los festivales de música, los flyers como expresión del diseño y la Moda, todo ello con palabras llenas de picardía, faltas de ortografía y verdad. Si, verdad. De la que duele. De la que huele. De la que no es perfecta ni se rige por más ley universal que ella misma, la propia verdad. 

Juanjo Sáez, además, da un repaso a esa biosfera que es el Arte y que todos en mayor o menor medida conocemos. Egos que luchan entre sí como titanes, intereses creados y modestias tan falsas como las amistades más exageradas que ahogan la originalidad en el plagio descarado, que no en el guiño, en la copia sin complejos y hasta el absurdo en busca de las fórmulas mágicas que a otros les funcionaron antes. Parece patético, ¿verdad?, sin embargo, seguro que se os ocurre más de un sujeto que responda a estas señas. 

Es así, tristemente. La originalidad está en peligro de extinción, acorralada sin remedio aparente pues, a menudo, se confunde con manifestaciones de posibles, con réplicas baratas de ideas traídas de la boca de otro, con la falta de talento tan comúnmente aceptada últimamente, tan aplaudida, envasada, comercializada y vendida. Lamentablemente extendida. En eso no consiste la genialidad, que va, eso es, en todo caso, oportunismo. La genialidad requiere de un estilo propio, reconocible y de algún modo inimitable. La genialidad implica dejarse influir por los grandes sin pretender ser ellos, homenajear, incluso, pero sin llegar a la calca. La genialidad no puede sino ser valiente y es convincente por sí misma. Siempre. Difícil ¿verdad?, por eso mismo escasean, no obstante seguro que se os ocurre más de un ejemplo que cumpla las condiciones. En este blog hablo algunos de los que se me ocurren a mí. 

domingo, 28 de octubre de 2012

El arte de la guerra

Un libro de estrategia milenario, en cómic. 

El Arte de la guerra de Sun Tzu ha sido, posiblemente, el libro más leído por estrategas a lo largo de la Historia y esta semana he descubierto esta original adaptación: la versión cómic. 

Según la leyenda, Sun Tzu nació en el seno de una familia noble en lo que hoy en día es el norte de Shanghái y recibió buena educación militar desde bien joven. Dedicó su vida a entrenar al ejército y aunque su premisa fundamental consistió en evitar el conflicto, lo cierto es que acabó rompiendo la paz e invadiendo otros territorios. Su ejército jamás fue vencido, ni siquiera cuando se enfrentó con treinta mil hombres a más de doscientos mil enemigos. 
Grupo Anaya
Sun Tzu escribió los primeros trece capítulos de su obra (llegó a ampliarla hasta los ochenta y dos) hace más de dos mil años y aún hoy es estudiada en multitud de disciplinas y aplicada a infinidad de campos. 

Es importante destacar el hecho de que éste no es un libro sobre la guerra sino más bien sobre cómo salir victorioso de las adversidades, de los conflictos o de cómo afrontar retos que suponen el enfrentamiento con enemigos tanto literales como metafóricos. 

Esta versión cómic se apoya en ejemplos que pasan por Nueva York, París o Amazonas, situados en épocas tan diferentes como los años sesenta, el final de los años veinte o la actualidad, para explicar los postulados más importantes en los que se basa El arte de la guerra y que todo estratega debería conocer. 

Una obra sobre liderazgo, sobre el triunfo de la inteligencia por encima de la fuerza, más allá de la superioridad numérica que vuelve en un formato muy actual. Se puede abordar en apenas un par de horas pero su contenido es susceptible de estudio y desarrollo durante años. 

Leyendo El arte de la guerra uno se da cuenta de que sí que es posible, si uno lucha lo suficiente y si  aprovecha bien sus recursos. La importancia de esto se pone de manifiesto ahora más que nunca y de manera exponencial en este entorno económico, laboral y social cada vez más hostil, donde día a día nos tenemos que batallar contra “enemigos”, entiéndase por éstos bien competidores directos e indirectos, sean personas o situaciones que hacen peligrar nuestra posición o nos impidan avanzar en la dirección que pretendemos. Estos enemigos nos superan en número en la mayor parte de las ocasiones, en medios e incluso, a veces, también en inteligencia, lo que nos obliga a optimizar nuestra estrategia si queremos vencer y salir reforzados. 

Sun Tzu defiende que la mayor expresión de liderazgo consiste en obstaculizar los planes del enemigo, ganar sin luchar, pero que si, de todos modos, hay que pelear el objetivo será una victoria rápida que minimice las pérdidas. Eso sólo se consigue a través del auto-conocimiento y la profunda evaluación del adversario, pues es él mismo, quien nos otorgará la oportunidad de atacar.

miércoles, 3 de octubre de 2012

El silencio de tu nombre

La valentía, el honor y el amor escriben un punto y aparte en el género literario. Mañana estará en las librerías El silencio de tu nombre, la nueva novela de Andrés Pérez Domínguez.
Plaza & janés
Cinco años después de terminar la Segunda Guerra Mundial, Erika Walter vive con aparente tranquilidad en su casa de Salzburgo temiendo, o quizás esperando, que el pasado inevitablemente la encuentre. Cuando esto ocurre, porque siempre acaba por ocurrir, la mujer se dirige a Madrid cargada con un maletín con documentos que comprometen a una serie de altos cargos nazis. Al enterarse de su repentina huida, su amante el capitán Martín Navarro decide dejar París, donde reside, y seguirla hasta España aun a riesgo de ser capturado por la policía franquista o acusado de traición por sus camaradas del Partido. Ambos se verán envueltos en una trama bien hilada con la que el autor consigue mantener al lector en vilo desde la primera hasta la última página entre persecuciones trepidantes, interrogatorios sobrecogedores, idas y venidas.
¿Que si hay más? Pues sí, mucho más. 

Esta es sin duda, y más allá de la propia historia, una novela de personajes, donde éstos no sólo sirven de mero puntal a la narración de los hechos sino que adquieren una complejidad psicológica sorprendente y que, desde luego, marcan la diferencia de éste con otros libros de espionaje. Y es que al valiente capitán Navarro y a la enigmática Erika Walter se unen Gregorio León, un periodista deportivo tan ingenuo como romántico y otros más igualmente fascinantes entre los que encontraremos a algunos que ya conocimos en anteriores títulos del autor, concretamente en El violinista de Mathausen y La clave Pinner. Héroes, pasiones, desengaños e ideales descoloridos envuelven las decisiones, los conflictos interiores y las reflexiones de estas personalidades concebidas y desarrolladas por la imaginación portentosa y la sensibilidad de Andrés Pérez Domínguez.

El silencio de tu nombre sabe a cine, hace mella y combina el entretenimiento de la aventura anglosajona con la potencia de la narrativa española, lo que supone un punto y aparte respecto de otras novelas del género. Es ese poder, esa capacidad de abrir una brecha en el lector lo que la hace única, diferente e incomparable. Así de simple y de complejo al mismo tiempo. 

Yo, que acostumbro a leer con un lápiz en la mano, no he dejado ni una de las seiscientas tres páginas sin mácula, pues en todas y cada una he subrayado uno o varios párrafos por delicados, visuales o salvajes, por contribuir, en definitiva, a dejar esa huella indeleble que todo buen libro ha de grabar. También, se me hace fundamental destacar el dominio de los tiempos y de los recursos literarios por parte del autor que dan esa textura y ese estilo propio a su prosa, haciéndola inconfundible.

¿Aun más? Pues sí, mucho más, porque este libro siembra la duda, no sé si metódica, razonable o neurótica, pero duda, al cabo, en las convicciones, los principios, y en todas esas palabras grandilocuentes por las que mueren tantas personas y de tantas formas diferentes. Quizás, aquel contexto histórico tan confuso e inquietante tenga precisamente eso que ver con el que vivimos ahora porque hoy dudamos más que nunca y los lindes entre lo correcto y lo incorrecto, entre “malos” y “buenos” se difuminan peligrosamente hasta el punto en el que tales dicotomías se antojan ya tristemente obsoletas. Dudamos, por tanto, sistemáticamente de todo y de todos y nos hacemos insensibles, escépticos y cínicos incluso ante las injusticias, aunque éstas vayan precisamente en nuestra contra. En estos tiempos que corren es fácil preguntarse si no era más sencillo, aunque errásemos, creer en algo y luchar por ello hasta el final porque ahora, sin embargo, nos queda poco más que lamentarnos por no ser ya capaces de conmovernos siquiera ante las revoluciones. Dudamos, sí, hasta de nosotros mismos.

Y todavía hay más, pues aunque acabo de terminar de leer El silencio de tu nombre, ya tengo ganas de comenzarlo de nuevo. Guárdenme el secreto.


viernes, 14 de septiembre de 2012

El pensamiento de los ahorcados

Algaida Editores
Tan sensual y romántica como un bolero o un beso.

Vuelvo de las vacaciones con el buen sabor de boca que me ha dejado esta novela deliciosa, El pensamiento de los ahorcados, de Gregorio León, V Premio de Novela Corta Diputación de Córdoba, con la que este autor me ha conquistado definitivamente. 

Podría hablar del pulso rítmico de su prosa, de la imaginación que demuestra con cada símil o de la calidad del lenguaje con el que está escrita esta obra que logra trasladar al lector al corazón de la Habana. Podría escribir también sobre su trama trepidante, sobre la viveza de sus palabras o a cerca del humor afilado que salpica la narración. Podría, porque esas cualidades, entre otras, destacan en cada una de las doscientas noventa y una páginas del libro, sin embargo, no lo haré y me centraré en el carácter eminentemente romántico de El pensamiento de los ahorcados. Sí, romántico. Y no me refiero a un romanticismo gótico barroco ni a uno de esos que rápidamente se delatan impostados, de sentimientos exagerados y sobrecargados a fuerza de hipérboles absurdas. No, para nada, porque el romanticismo que he encontrado en esta obra es sorprendentemente auténtico, casi camicace, como debe de ser, y tan sencillo o complejo como lo es el que vemos al despegar las pupilas de las letras escritas. ¿Qué no?

Corre el año 1958, estamos en la Habana y en el cine Shanghai una película pornográfica arrasa en taquilla. Se titula Venus en el Paraíso y su protagonista, Rachel, aun sueña con ser una actriz como la gran Rita Hayworth sin saber o sabiéndolo quizás pero sin querer darse cuenta de que no es buen momento para soñar.

Rachel se convertirá en la amante de Meyer Lansky, un mafioso más peligroso que la gangrena y que mueve los hilos de la capital cubana con tanto poder como el mismísimo Batista. Pero la actriz vivirá su verdadera historia de amor en los brazos del chofer, Asdrúbal, un hombre sencillo que no entiende más que de pelota y de mecánica pero que, sin embargo, será capaz de calibrar la importancia de los versos de amor que le susurrará Rachel. A veces basta con eso para conquistar a la mujer a la que se ama. Porque Asdrúbal la amará, sí. A pesar de que para él esté prohibida, aun siendo la novia de su jefe y aunque corra el riesgo de meterse en un lío tan grande que pueda llegar a costarle la vida. La amará como no amó a ninguna otra y la deseará igual que la desearon todos antes que él pero con la legitimidad que sólo tiene el que es correspondido. 

Rachel, proyección materializada de los anhelos y de las pasiones de cualquiera, desaparece sin dejar rastro, sin más, y cincuenta años después un muchacho no descansará hasta conocer qué ocurrió con aquella Venus que sólo llegó a rodar una única película. Yo ya lo sé porque no pude parar de pasar páginas hasta descubrirlo.

Rachel me parece todo un acierto como personaje pues además de ser tan misteriosa y enigmática como el propio deseo, cuenta con la hermosura, el martirio y las contradicciones del amor. Son esas pinceladas, seguramente, las que hagan tan fácil y natural la empatía con ella. Y es que la cubana, la eterna chica del gánster, la diosa maldita por su belleza, representa precisamente a todas las Venus atrapadas en Paraísos tan falsos como monedas de cartón o como decorados de cine porno.

Como digo, más allá de la mafia, de los hoteles de lujo, de la prensa rosa o del Malecón, El pensamiento de los ahorcados es una novela sobre el amor, que sobrevive a guerras, a revoluciones y a todos los dictadores. ¿Qué no? El amor no cambia con el tiempo sino que somos las personas las que variamos, envejecemos y olvidamos pero el amor sigue siendo el mismo que conocieron nuestros abuelos, permanece temerario, fuerte, valiente o cobarde y por más vueltas que se empeñe en dar este mundo de locos seguirá haciéndonos perder la cabeza por ese ideal, esa Venus o aquella Wendy de Peter Pan que atesoramos con usura bajo la coraza de cinismo y frivolidad que nos crece con los años. Ahí dentro, entre todas las decepciones y las soledades, seguro que aún nos queda un hueco para el romanticismo. Esta novela, desde luego, sabe encontrarlo.

Como curiosidad contaré que el otro día, en el barrio de St Germain-des-Prés, muy cerca de la plaza de St Suplice entré en una librería y, al asomarme a las novedades, topé con El último secreto de Frida K., la última novela de este autor, Gregorio León, traducida al francés.

Podría decir que lo compré porque puedo leerlo como si estuviese en Español, pero lo cierto es que no, que sólo fue un impulso romántico. ¿Qué no? Aquí está el documento gráfico.

 

viernes, 10 de agosto de 2012

Los juegos del hambre

Comienzan los juegos.

Seguro que a estas alturas todos conocemos ya la famosa trilogía de Suzanne Collins y algunos, o todos, estaréis pensando que no es más que otra saga insufrible, eterna y ñoña, pero dejadme que os convenza de que no, de que detrás de los títulos Los juegos del hambre, En llamas y Sinsajo se esconde una metáfora bien traída de los fallos del Capitalismo tal y como lo conocemos. 

Para los que lleguéis, igual que yo, rezagados a esta historia os adelanto que, en ella, la autora concibe un futuro próximo en el que un conflicto global deja en herencia un mundo estratificado en clases sociales tan inflexibles como diferentes entre sí. En este nuevo orden y por septuagésima vez en la Historia, doce chicos y doce chicas de entre doce y dieciocho años se verán obligados a participar en un reality show en el que deberán de luchar entre si hasta la muerte, hasta que sólo quede uno. Cada distrito, por tanto, desde el primero,que cuenta con más medios, hasta el duodécimo, el más humilde, aportará dos tributos elegidos al azar, un varón y una hembra, de entre todos los que se encuentren ese rango de edad. 

Del distrito número doce emerge la heroína de la novela, Katniss Everdeern, una muchacha valiente, resuelta e inteligente de dieciséis años que decide presentarse voluntaria para el macabro juego ocupando el lugar de su hermana. Como compañero y potencial contrincante tendrá a Peeta Mellark, un galán como los de antes, un “Señor Darcy” a lo Jane Austen, que va ganando cuerpo, lo mismo que el buen vino, con el paso del tiempo. 
Editorial Molino

Como digo, más allá de una trama adolescente, que puede resultar previsible y del presente en primera persona en apariencia simple, encontramos una visión de la Sociedad no tan ficticia como ésta que plantea Collins. Veréis: la filosofía sobre la que se sustentan Los juegos del hambre, a pesar de ser cruel y atroz, es la igualdad de oportunidades, vengan los tributos del distrito que vengan. De este modo, todos, en principio, han de pelear por la vida con las mismas armas, las mismas reglas y contra los mismos enemigos. Sin embargo, nosotros sabemos que esto no es así, ¿verdad? Porque somos perfectamente conscientes, igual que los tributos de la autora, de que las normas, en sí mismas, ya favorecen a algunos, a los de siempre, a los del primer distrito, a los que tienen casi dieciocho años frente a los de doce, a los de apellidos pomposos, contactos, patrocinadores, padrinos, o como prefiráis llamarlos. El sistema, de antemano, no es justo, aunque lo parezca, aunque se esfuercen en decirnos y repetirnos, hasta que casi nos lo creamos, que se puede ganar en este juego si uno se esfuerza lo bastante, si uno tiene el hambre suficiente, aun llegando directamente desde el maldito distrito doce sin más opciones que las que nos  brinde la astucia y las ganas de resistir a lo que venga con toda la dignidad que se pueda. 

Y es que quizás eso es lo que debiéramos cuestionarnos; si los del “distrito doce” andamos tan ocupados en sobrevivir y en matarnos los unos a los otros para divertimento de unos pocos, que no nos damos cuenta de que, en verdad, somos más, más listos y también más fuertes porque la necesidad así nos ha hecho. Que podemos vencerlos pero con sus reglas, claro, pues ¿qué otro modo tenemos?. 

Últimamente veo flaquear la esperanza, seguramente por haberse desvanecido el espejismo de la libertad de oportunidades que aun nos daba el arrojo de trabajar y estudiar, de sólo trabajar o de sólo estudiar sin tener, como ahora, la más mínima posibilidad de aplicar nuestros conocimientos porque la cosa está mal, claro, porque un conflicto global, un punto de inflexión fatal nos ha traído desgraciadamente a este nuevo orden en el que la profesionalidad ya no prima, en el que empiezan a tomar relevancia los patrocinadores en el libro, o los contactos en nuestra realidad y en el que, lamentablemente, se separan cada vez más los intereses objetivos de los subjetivos, lo profesional de lo personal. Da, francamente, muchísimo miedo. Muchísima lástima. 

Últimamente escucho que este mundo no es justo. Olga, me dicen, nunca lo ha sido, tienes que asumirlo. Y yo me pregunto cuál será motivo a tanto derrotismo. Es como si ya estuviésemos condenados, como si el juego ya hubiese acabado y hubiésemos caído. 

Últimamente me repito que no tiene por qué, para nada, que de peores hemos salido.

martes, 24 de julio de 2012

La soledad de los números primos

Los números primos son aquellos que sólo son divisibles por sí mismos y por la unidad. Además, estas cifras de comportamiento matemático extraño son cada vez menos comunes a medida que avanzamos en la continua e infinita consecución numérica. Pareciera como si por sus peculiaridades o rarezas estuviesen condenadas a la soledad. 

Sobre esta idea el físico y escritor Paolo Giordano concibe La soledad de los números primos, una novela dulce y conmovedora que da vida a la historia de un par de seres especiales, unidos a través del tiempo, seguramente por ser los dos tan raros, diferentes y por estar tan incomprendidos e inadaptados como los números primos. 

Mattia es un muchacho tímido e introvertido marcado por una tragedia ocurrida en su infancia y por la maldición que supone en muchos casos el tener una mente analíticamente privilegiada. A pesar de sus dificultades para relacionarse con el mundo y para mostrar empatía o cualquier otro sentimiento ajeno a los desarrollos matemáticos este personaje desgarbado, desastrosamente despreocupado y opaco consigue emocionar al lector con un magnetismo único y misterioso que sólo tienen las almas atormentadas. 
Ediciones Salamandra 

Alice, por su parte, es puro impulso y sensibilidad desordenada y vive obsesionada con controlar todo lo que ocurra o deje de ocurrir en su cuerpo, posiblemente porque sea lo único en su vida que es capaz de manejar. Ambos verán fluir sus destinos en paralelo desde la más tierna adolescencia, como quien se mira a un espejo y reconoce a un igual pero que, a pesar de que parezcan estar predestinados, nunca lleguen a unirse del todo, quizás porque se asemejan demasiado, porque la ecuación se vuelve más complicada a medida que añadimos variables o porque es cierto que los números primos han de estar aislados y cada vez más y más alejados de otros similares, igual de complejos, delicados y exóticos; igual de peligrosos para cualquier desarrollo matemático pues, al cabo, cualquiera con ciertas nociones de ciencias exactas sabe que este tipo de números, al igual que algunas personas, se comportan de forma extraña, o especial, como si atendiesen a unas leyes particulares. 

Y es que lo mismo no hay un roto para todo descosido, lo mismo es eso lo que se dice a los niños para que no duela tanto, para que no se haga tan duro y puede que la verdad, la cruda verdad sea que no siempre la princesa encuentra a su príncipe azul, o a su escudero, o a su lacayo. O lo que quiera que busquen las princesas en los cuentos.